domingo, 14 de marzo de 2010

Para contarla

Y después de varios días de lo sucedido, seguía con ese mismo olor pegado en la nariz, un olor nauseabundo, que con solo cerrar los ojos podía volver a aquel día...
Desperté sin saber muy bien que era lo que pasaba, me bajé de la cama y busqué a tientas la puerta, no recordaba haber sentido algo similar antes. Avancé a penas por el pasillo y me encontré con mi mamá rezando al lado de la cama; creo que han sido los minutos más largos de mi vida.
Era un ruido ensordecedor el de esa noche, salía desde lo más profundo de la Tierra y se hacía acompañar por el angustiante crujir de los vidrios chocando contra el suelo.
No sé si fue a causa del sueño o de que ya el miedo me comenzaba a invadir, que me imagine que ya no nos quedaba más tiempo, se me venía a la mente cuando nos hablaban de qué haríamos si nos quedaran algunas horas de vida, imaginando que esto era poco menos que el fin del mundo.
Pero ese olor... ese olor me hace volver a sentir lo mismo... sentir esas ganas de llorar a causa del miedo, hace que me sienta tan vulnerable como cuando era pequeña, hace que le vuelva a tener miedo a la oscuridad.
Lo he intentado ya bastante, pero por donde vaya, por donde sea que me mueva, el olor a esa noche me persigue y no me deja dormir tranquila, pensando en que puede volver cualquiera de estas noches y que la historia ya no sea para poder contarla.

0 Personas ociosas: