lunes, 22 de octubre de 2007

No sé de qué escribir

Si, esa es mi gran problemática.
A pesar de que mañana tengo prueba, y debería estar estudiando, sentí la necesidad de escribir en mi abandonado blog.
Esta problematica surgió después de que mi profe de antropología, el maestrro Sobarzo, nos invitó a un seminario de gente bakanosa, es decir de humanistas filosóficos. el punto es que hay que hacer un ensayo, de cualquier cosa, pero un ensayo. En un comienzo la idea era buena, por dos motivos, el primero ir a este seminario, conocer gente, habler de temas elevado y etc.
El otro punto a favor era que este ensayo iba a cambio del otro, para el cual debía leerme un libro "Rascacielos", lo cual me causaba una lata profunda.
Hace un par de semana comenzaron los inconvenientes, sí, porque me doy cuenta que no tengo tema para el ensayo, y tengo que entregarlo en un par de días más. Y eso no es todo, lo peor es que tengo que leer mi ensayo frente a una multitu de 300 personas que no solo van a escuchar las porquerias que diga, sino que también van a preguntarme, ¡ay de mi!
Me dicem, como máximo puedes escribir ocho página, y solamente rio dentro de mi cabeza, ¡apenas si voi a escribir una pagina y me dan un número maximo de páginas! esto no puede ser.
de qué puedo hablar?! sin quedar como una estupida frente a gente que sbe mucho más que yo, es como si de un momento a otro se me olvidacen todos los problemas de la humanidad, como si de repente desaparecieran todos los defectos de hombre, ¡nada se me viene a la cabeza! aunque sí, podria hablar de la inseguridad del hombre, es algo que me toca o no?, por algo estpy hace días pensando sobre que escribir.
Espero terminar sin un colapso nervioso, que de aquí a mañana se me ocurra un tema y me baje toda la inspiración divina.
En fin, si alguien llegase a leer lo que escribí, se acepta todo tipo de sugerencias, ojalá que antes del jueves
aDios!


María Victoria

lunes, 15 de octubre de 2007

Por qué todavía no me compré un DVD

por: Eduardo Galeano
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo
tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente
sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función
o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los
críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los
planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los
volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y
tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda
(incluyendo los pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a los
desechables!

Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!
Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo
y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las
arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes
su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún momento me distraje,
me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora esté bien,
eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música
una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de
la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica
de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los
de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban
para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los
que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de
copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más
cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos
cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume
al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas
de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando somieres casa por
casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los
talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más
y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los
últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto:
¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo
juro!! ¡Y tengo menos de........... años! Todos los desechos eran
orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y
no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el
nylon.

La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban
rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se
comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el 'guarde
y guarde que alguna vez puede servir para algo' pasarse al 'compre
y tire que ya se viene el modelo nuevo'.

Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos
no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además
cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer,
la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como
para cambiarlo).

Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no.
Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a
todo. Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué
cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque
eramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo,
el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no
guardamos la primera caquita.

¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a
los pocos meses de comprarlo?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los
manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el
cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos
limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro.
Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y
Las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin
de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas
de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus
camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer
y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de
plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera,
lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían
el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía
el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo,
inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el
ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas
o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la
casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran
un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos
creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma,
para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver!!.
¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al
trozo de carne!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer
Guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y
los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la
otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y
posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban
vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'este es un 4 de
bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa (broches) y el ganchito
de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y
nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.
Las primeras botellas de plástico se tansformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los
que preservábamos.

¡Ah! ¡No lo voy a hacer!
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos
son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria
colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco
y a lo caduco lo hicieron perenne.
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a
fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos,
que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran
más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente
entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y
alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de
que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.




Esto no es mio, pero lo encontré bonito e interesante, ojalá que les guste
Adios!

domingo, 7 de octubre de 2007

Trabajo Química

Para que vean cuan buena compañera soy, subiré la pauta de quimica para mañana, me la conseguí hoy, por eso ayen no la tenía.
dice:
En relación a la pila (...) investigue la siguiente información:

  1. Qué es y para que sirve (aplicaciones)
  2. Cómi funciona, considerando:

a) Componentes (especies químicas participantes)

b) Especie que se oxida

c ) Especie que se reduce

d) Cátodo

e) Ánodo


3. Quién la creó (nombre, fecha en que vivió y principales aportes que realizó a la ciencia)


Presentar: Trabajo en power point, con exposición de los investigado
Fecha: Lunes 8 de Octubre (--> Mañana!!)